Inmediatamente en nuestra primera visita nos enamoramos con el Valle de Pop, y con el pueblo de Alcalalí en particular. Cerca de la costa, pero todavía tan diferente de las playas comerciales. La convivencia de la Plaza de Ayuntamiento, la amabilidad de los habitantes, la cordillera menos alta que ofrece tantas posibilidades para caminar y montar en bicicleta… ¡Querríamos envejecer aquí!
Ese sentimiento especial, de descubrir nuevos lugares desde una base relajada, nos gustaría compartir con los demás.